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lunes, 25 de diciembre de 2023

LA MEDICINA ENTRE LA PHYSIS Y LA CULTURA

 

LA MEDICINA ENTRE LA PHYSIS Y LA CULTURA

Leo un texto breve del filósofo y


profesor de Filosofía, Luis Roca Jusmet:

“Estamos en la época del dominio de la ciencia y de la técnica. El saber se establece con criterios científicos. La técnica es la aplicación de estos saberes para operar en el entorno o sobre nosotros mismos para obtener un resultado. La medicina no es una ciencia, es una técnica. El resultado que se busca es la salud, que es un ideal normativo que hemos de definir. Tanto la psiquiatría como la psicología son técnicas que se basan en un ideal normativo mucho más problemático, que es el de la salud mental. La farmacología y la terapia cognitivo conductista son técnicas al servicio de este ideal normativo, que se reduce a la adaptabilidad. No ocultemos bajo el término científico algo que es muy ideológico.”

Mucho recorrido tiene este planteamiento suyo. Muy diferente es hablar de salud que hablar de salud mental. Durante los meses de pandemia se ha producido la acumulación desordenada de conocimiento médico, tanto que a los médicos nos cuesta asimilar. Tanto que se va viendo un nuevo lugar para el médico-humano, por contraposición al médico informático. Y ese lugar estaría más cerca de la hermenéutica que de la ciencia. Las claves para esa hermenéutica parece que serán decisivas en los próximos años.

Un antiguo problema se actualiza, el que trata de dilucidar si la medicina debe transitar la ruta predominante de la naturaleza o la ruta de la cultura.

Hace unos meses he asistido a la presentación del libro Filosofía de la Medicina de Cristian Saborido, profesor universitario de Lógica. En él se actualiza uno de los temas recurrentes en la visión crítica de la medicina cual es la tensión entre los dos polos: la naturaleza, sobre la que opera la medicina en modo de ciencia natural y los aspectos éticos, sociales, antropológicos del ser humano sobre los que no puede operar la medicina del mismo modo. Es más, se diría que no puede operar.

El ideal normativo al que alude Roca Jusmet es problemático. En el libro de Saborido se habla de salud y enfermedad como estados deseables e indeseables y no como normalidad y patología. Esto ya lo había señalado Canguilhem en Lo normal y lo patológico, de 1966.

El psicoanálisis advirtió sobre esto muchas veces. Y lo resolvió sobrevalorando de lo humano el segundo aspecto, dejando afuera su naturaleza. Así, el humano es un ser simbólico, que simboliza sobre todo con el lenguaje, lo que determina el modo de enfermar, de sanar, de vivir, de prevenir, de hacerse adicto, de desear lo que lo daña. Y esto nos impide considerarlo como una estructura meramente natural ¿Y qué ocurre cuando la physis se hace presente, impone sus reglas, sus leyes, inesperadamente? Ah, allí se hace presente lo real.

¿Le suena al lector, como algo que nos ha ocurrido? La pandemia como paradigma de lo real.

Lo real es apabullante, se nos impone, no admite simbolización alguna, está más allá de lo cultural. 

La pandemia nos ha hecho replantearnos qué somos.

sábado, 3 de junio de 2023

EL CONTROVERTIDO MECANISMO DE ACCIÓN DE LOS FÁRMACOS

 


Una de las razones que más frecuentemente se esgrimen desde los medios oficiales para rechazar los métodos integrativos es la supuesta ausencia de explicaciones claras para su mecanismo de acción.

Ejemplos de fármacos aprobados cuyo mecanismo de acción es desconocido o fue desconocido durante mucho tiempo y su uso fue y en algunos casos sigue siendo empírico:

Anticonvulsivantes de uso corriente en el tratamiento de la epilepsia: Levetiracetam (kepra), ácido valproico, carbamazepina, valrocemida.

Obatoclax: anticanceroso "prometedor", según la presentación del fabricante.

Anetol-tritiona: sialagogo, facilita la salivación.

Hydralazina: vasodilatador musculotrópico usado en la hipertensión arterial.

Propofol: anestésico-sedante. El agente más empleado en la inducción anestésica.

Modafinilo: estimulante SNC para narcolepsia.

Paromomicina, amebicida para la amebiasis aguda.

Analgésicos del dolor hiperpático: gabapentina (neurontín) y pregabalina (lyrica).

Nootrópicos (“oxigenadores” cerebrales): citicolina, piracetam, acetilcarnitina. La supuesta oxigenación parece que no existe ya que nadie ha dado cuenta claramente de ella.

Vasodilatadores cerebrales: vincamina, dihidroergotoxina, dihidroergocristina.

Ejemplos de fármacos que se usaron tradicionalmente y que fueron aceptados por la ciencia sin que entonces se conocieran las propiedades ni se dieran explicaciones acerca de su empleo:

Penicilina, sulfamidas y muchos de los agentes microbicidas en los comienzos de su utilización.

Antipalúdicos diversos.

Alcaloides del opio: morfina, codeína, papaverina.

Digitálicos y otros cardiotónicos: digitoxina, digoxina, ouabaína, derivados de la escila.

Alcaloides de la rauwolfia y concretamente la reserpina como antihipertensivos y como antipsicóticos.

Derivados de la corteza del sauce como analgésicos no antiinflamatorios como los salicilatos, útiles en las agudizaciones de la fiebre reumática) y analgésicos.

Tubocurarina en su empleo en anestesia general como curarizante.

Ipecacuana, emetizante.

Alcaloides de las solanáceas y particularmente de la belladona: atropina, escopolamina y otros derivados utilizados como antiespasmódicos.

Sustancias productoras de miosis, en uso local. Colinérgicos: fisostigmina, eserina. Como colirios para el tratamiento del glaucoma.

Sales de litio en el tratamiento de la enfermedad bipolar.

Alcaloides del cornezuelo de centeno y derivados. Empleados como oxitócicos en el posparto y en metrorragias. En su versión dihidrogenada como tratamiento de la jaqueca.

Los anéstesicos generales inhalatorios como éter, cloroformo, óxido nitroso, etcétera se usaron durante decenas de años sin haberse conocido su mecanismo de acción.

 

 

 

 

 

miércoles, 31 de mayo de 2023

IMAGINACIÓN, PENSAMIENTO, MEDITACIÓN, HIPNOSIS



En algunas escuelas de orientación budista se enseña que hay situaciones en las que la conciencia vigilante se desconecta: el sueño, el orgasmo, el estornudo, el hipo. También ocurre con el samadhi durante la meditación, que es el estado de absorción de la conciencia perfectamente concentrada.

En la meditación zen se afirma que cuando el meditador busca no pensar en algo determinado, entonces suele ocurrir que piensa más aún en ello. Es relativamente fácil de comprobar esto con uno mismo. Y por eso para meditar hay poner la atención en un objeto en forma concentrada, que puede ser en las sensaciones corporales, en la respiración, en la posición del cuerpo.

Por otra parte, durante la hipnosis, se constata que la sugestión, la escena sugerida, se consigue cuando el operador da las directivas indirectamente. Cuando se
ordena en forma directa, la imagen no surge. El sujeto “piensa” y no surge.

Algo parecido ocurre cuando un insomne intenta dormir pensando en que debe dormir. Es entonces cuando no lo consigue.

La sugestión indirecta es la motivación exitosa, de esto saben los publicistas.

Cuando se trata con hipnosis el dolor crónico se contraponen la sensación cenestésica, el dolor mismo, con la imagen sugerida que es el instrumento para liberarlo del dolor.

El hipnotizador no debe ser autoritario, pero debe ejercer cierta autoridad y que el sujeto se la reconozca.

¿Se trata de estados alterados de consciencia? Creo que no exactamente.

 

martes, 23 de mayo de 2023

PARANOIA A PROPÓSITO DE LA PANDEMIA

 

·        Desde el comienzo mismo de la pandemia de Covid19 se lanzaron por parte de la opinión pública versiones que fueron calificadas de conspirativas por las autoridades. El origen mismo de la enfermedad, los supuestos fines de un plan siniestro y la atribución de un determinado proyecto universal que llevaría a la humanidad a un cambio de rumbo radical. Se ha llamado a esto con cierto humor, “plandemia”.

·        Por otra parte, se calificó toda esta producción argumental de “conspiranoica”, palabra que ha sido fuertemente revitalizada y que tiene resonancias psiquiátricas, nos remite a paranoia.

·        Paranoia, se la describe actualmente como trastorno delirante, pero sin alucinaciones. Así se la distingue de la esquizofrenia.

·        Por otra parte, se acepta un trastorno de personalidad paranoide que se conoce desde antaño y que el DSM V (actualización del texto de la Psiquiatría Americana) describe: 

 

Trastorno de la personalidad paranoide

Criterios diagnósticos 301.0 (F60.0)

·        A. “Desconfianza y suspicacia intensa frente a los demás, de tal manera que sus motivos se interpretan como malévolos, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cuatro (o más) de los siguientes hechos:

·        1. Sospecha, sin base suficiente, de que los demás explotan, causan daño o decepcionan al individuo.

·        2. Preocupación con dudas injustificadas acerca de la lealtad o confianza de los amigos o colegas.

·        3. Poca disposición a confiar en los demás debido al miedo injustificado a que la información se utilice maliciosamente en su contra.

·        4. Lectura encubierta de significados denigrantes o amenazadores en comentarios o actos sin malicia.

·        5. Rencor persistente (es decir, no olvida los insultos, injurias o desaires).

·        6. Percepción de ataque a su carácter o reputación que no es apreciable por los demás y disposición a reaccionar rápidamente con enfado o a contraatacar.

·        7. Sospecha recurrente, sin justificación, respecto a la fidelidad del cónyuge o la pareja.”

En este punto vuelvo sobre mi argumentación. Sin embargo, los médicos tratamos con pacientes que además de los contenidos propiamente paranoicos (interpretación de la realidad como amenazante, que los demás quieren hacerle daño, que hablan mal de él, que conspiran, y de la interpretación en el sentido de la sospecha de indicios, que parecen claramente del campo de la cognición) presentan también deformaciones perceptivas, que no se aceptan como alucinaciones pero que se designaban o designan como ilusiones.

·        Estas características señaladamente cognitivas del trastorno hicieron que la paranoia tuviera siempre un interés teorético y especulativo atractivo para filósofos y psicoanalistas.

·        La manipulación de los indicios la hemos observado a lo largo de la pandemia abundantemente. Se ha dicho, por ejemplo, que la Organización Mundial de la Salud ha admitido la falta de especificidad de la PCR, la prueba de la reacción en cadena de la polimerasa; esta prueba es la única que se ha usado durante los primeros meses para hacer una pesquisa epidemiológica de la enfermedad. Pues bien, esta declaración de la OMS “coincidió” con la separación del poder del presidente USA, Donald Trump. Otra coincidencia y ya son muchas para los buscadores de indicios.

·        A los pacientes que también presentan “ilusiones”, antiguamente se los designaba como esquizo-paranoicos, encuadrándolos entonces en la versión más sistematizada, más organizada del delirio del esquizofrénico.

·        La Psiquiatría, que cada vez más toma su material clínico y nosotáxico del campo experimental de la Farmacología, no dispone de un grupo de fármacos específico para la paranoia. Y suele emplear los psicofármacos antipsicóticos. Para entendernos, los que actúan sobre la interacción dopamina-receptor.

·        Digo que la Farmacología le da cobertura teórica a la Psiquiatría porque según se van detectando los neurotransmisores y receptores correspondientes y los fármacos que sobre ellos actúan, la Psiquiatría termina adecuando sus clasificaciones al campo de la experimentación farmacológica. Los psicofármacos antipsicóticos actúan sobre los receptores de dopamina y secundariamente sobre los de noradrenalina y serotonina.

·        Estos pacientes suelen presentar de forma más o menos continuada ansiedad, tono afectivo pobre o depresión. Entonces se agregan a su tratamiento con antipsicóticos, los ansiolíticos, los antidepresivos y otros.

¿Desde qué concepción teórica se dirigen estas decisiones que tanto afectan a los enfermos?

Pensemos mal, aprovechando que la pandemia ha actualizado a la paranoia.