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sábado, 21 de enero de 2017

¿HAY QUE CREER EN HOMEOPATÍA? ¿A QUIÉN?

                IGNORANCIA Y CHARLATANISMO 

                           OPTIMISMO Y MESURA




Los científicos, la medicina vigente nos dicen que no hay que apoyarse en creencias. Solamente atenerse a los hechos. Claro que los hechos se contradicen a lo largo del tiempo y lo que ayer curaba hoy se revela como dañino. Y viceversa. No hay afirmaciones absolutas con evidencia. Y cuando la ciencia rectifica esta misma rectificación se considera una de sus bondades y ventajas. Eso dicen.


En Homeopatía también se produce un cruce controvertido. Por un lado está el problema epistemológico que plantea la Homeopatía y lo azaroso que supone demostrar la fuerza de verdad de su evidencia clínica. La desventaja con respecto a la ciencia oficial es patente. Quien detenta el poder se beneficia de esto. 
Por otra parte está el problema ético: el homeópata es sospechoso de mentir en tanto y en cuanto su método no tiene aceptación académica.

Pero además existe el reclamo de algunos homeópatas que para reclutar pacientes recurren al charlatanismo. El charlatán sólo tiene éxito si su mensaje es optimista, es decir si promete conseguir lo que otros no consiguen. 
Leí hace tiempo una anécdota que refería el gran sabio español Pedro Laín Entralgo quien citaba a un autor eminente al que se le había preguntado qué tipo de médico él preferiría que lo tratase ante una hipotética enfermedad incurable. La respuesta no fue un médico erudito ni siquiera un médico compasivo, fue: un médico optimista. Efectivamente, el optimismo del médico llena su consulta. El optimismo mejora al enfermo, lo cura en cierto modo.

El médico optimista hace una gran labor transmitiendo al enfermo una actitud que lo beneficia, no cabe duda. Aunque el optimismo desmedido o fingido toca con la charlatanería. Pero no siempre el optimismo acompaña a una actitud moralmente reprochable, a veces es consecuencia de la ignorancia. 
Y tan grave es la transgresión ética como la falta de espíritu crítico, la ingenuidad. En un médico, la primera es malicia, la segunda, la ingenuidad es una peligrosa permeabilidad a cualquier propuesta, asumiendo las promesas de técnicas heterodoxas por extravagantes que estas sean.

En el ejercicio de la Homeopatía, la formación que emprende un joven médico homeópata, supone la constante auto vigilancia de su praxis. El entusiasmo excesivo, la excesiva valoración de los éxitos iniciales y la defensa ante los ataques de los enemigos a ultranza de la Homeopatía muchas veces provocan que se olvide que la autocrítica es ineludible.

En qué consiste esta auto vigilancia?

Lo primero es atender al posible efecto placebo durante un tratamiento. Quede claro que esta posibilidad debe ser observada también en los tratamientos farmacológicos. Y no suele producirse esta observancia en ninguno de los dos grupos antagónicos, hay que reconocerlo. Ni en la Homeopatía ni en la Alopatía.
En segundo lugar tener en cuenta que la misma metodología homeopática por su interrogatorio exhaustivo, por su seguimiento minucioso, por el interés del médico ante el menor detalle, todo ello puede ser, es de hecho, terapéutico.
Si a esto se agrega en tercer lugar que las diferencias que el paciente constata entre su médico habitual, que no lo toca, lo atiende en poco tiempo y no lo deja hablar y por otro lado el médico homeópata, hace que rápidamente tome partido por el segundo y ello se traduzca en una adherencia casi inmediata al tratamiento homeopático.

¿Y por qué menciono estos pilares de la auto vigilancia? Porque estos factores refuerzan la eficacia del tratamiento pero no deben confundirse con el tratamiento mismo.
El insuficiente sentido crítico es un error frecuente en el homeópata. También en el alópata. En última instancia es un problema a resolver por ambos. Y señalarlo por mi parte no debería ser tomado como falta de entusiasmo o de adhesión a la homeopatía. Es sentido común.

martes, 17 de enero de 2017

QUIÉN ES HOMEÓPATA?

               ¿En qué consiste ser homeópata?





Fco X Eizayaga
Ernesto Puiggrós


                                     
Los que lo somos con humildad y esfuerzo, lo sabemos. Pero estas reflexiones se dirigen  a quienes no lo son y desean sinceramente saberlo.
Puedo comenzar recordando a los maestros de mi juventud. A quienes enseñaban con autoridad y dedicación en los años 60 y 70. ¿Cuál era el perfil de aquellos hombres si es que había unos trazos que los definieran?

Eran médicos, eran especialistas de la medicina que llamamos alopática, que a menudo cerca de la edad media de la vida se habían sentido abocados a una búsqueda. La insatisfacción del ejercicio de su profesión, la falta de respuestas válidas a los grandes interrogantes, las innumerables enfermedades incurables, los enfermos tildados de psicosomáticos que abundaban en los consultorios, la iatrogenia inevitable de una Farmacología que comenzaba su explosión colosal, en fin habían constatado que el ejercicio de la medicina no consistía en aquello que habían soñado o cuando menos proyectado. Y echaban en falta el enfoque psicosomático desde la medicina, no ya desde lo psicológico.

Además me atrevo a asegurar que tenían algunos rasgos en común más allá de su condición de médicos. Se trataba de personas con posiciones filosóficas definidas aunque desde luego no siempre ellas fueran ni siquiera parecidas. Todos compartían sin embargo su adherencia al vitalismo. Pero además algunos eran partidarios del realismo crítico, otros neoplatónicos y muchos no se planteaban la filosofía aunque participaran de ella sin saberlo. En todo caso concebían la Medicina desde el humanismo.

LA HOMEOPATÍA ES COSA DE MÉDICOS?
Denis Demarque

                                         

Lo que siempre había sido indiscutible es que la Homeopatía se trataba de una actividad de médicos ya que la homeopatía era y es Medicina. De médicos heterodoxos si se quiere o de "la otra escuela" pero cosa de médicos. También los detractores lo consideraban así sin dudarlo. La Homeopatía era así un regreso, una actividad que los médicos emprendían "de vuelta" de un camino por la medicina hospitalaria. Y a nadie se le ocurría que pudiera ser de otra manera.
Me dirán que esto se puso en duda desde los albores de la Homeopatía y que la mujer de Hahnemann, su discípula, no era médica y que Hering era abogado y muchos otros ejemplos. Pero lo que sostengo es que el homeópata es fundamentalmente un clínico. 

Porque es clínica la minucia del detalle, del síntoma, seguir al enfermo junto a su cama, tocar al paciente con afán de pesquisa y de comunicación, vincular los signos hallados, encontrar aquello que realmente debemos curar.

Y porque nadie es más médico que el homeópata, el homeópata debe ser médico.
Tomás Pablo Paschero

                                              

En los últimos años en el imaginario de la gente, la Homeopatía se suele confundir diluida entre las llamadas medicinas alternativas. Y entonces aparece adherida a un conjunto de prácticas pretendida o ciertamente holísticas que son emprendidas con entusiasmo por muchos pero que han perdido la conexión con la Medicina y frecuentemente ostentan una posición anti-medicina.
 Muchos médicos jóvenes la estudian en algunos casos porque no ven otra salida airosa a su vida profesional y la desorientación los lleva a confundir Homeopatía con una mera técnica. Y allí se pierde aquello de la Medicina Humanista.

Pero la Homeopatía es un bien a proteger. Comenzando por rescatarla. Rescatarla del descrédito perpetrado por sus enemigos que generalmente hablan desde la ignorancia del método y de su praxis. Y rescatarla del daño que le provocan quienes desde dentro se empeñan en declarar la preeminencia de una forma única de su ejercicio, una supuesta verdadera Homeopatía. Este tema lo veremos en otra entrada del blog.