LA FORMACIÓN EN MEDICINA INTEGRATIVA DURANTE LA PANDEMIA
He asistido a multitud de reuniones on line algunas de ellas de formación, que llaman webinarios, durante este tiempo de pandemia. Unas, de Medicina Integrativa, la mayoría de ellas patrocinadas por los laboratorios que disputan el sector del mercado: Micoterapia, Microinmunoterapia, Microbiótica intestinal, Dietética y Nutrición, Fitoterapia, Fitoterapia China, Homeopatía y otras ramas. En casi todos el tema frecuente fue la Inmunología.
Se trataba en general de comunicar a un público
de profesionales sanitarios todos, información con evidencia científica de
trabajos, metaanálisis y comunicaciones traducidos. Debo confesar que en
general me aburrí mucho. Y creo que la causa es que no siempre poner la
evidencia científica como prioridad casa bien con la noción de Medicina
Integrativa. En otra entrada de este blog he tratado el tema Medicina
Integrativa intentando dilucidar de qué se trata. Me temo que mientras no nos
pongamos de acuerdo en el qué es, no podremos interpretar este tema correctamente.
Y más doloroso aún es constatar que lo que se muestra como evidencia científica suelen ser estudios en animales de laboratorio extrapolados al ser humano. Un sesgo claro y nítido que impide obtener las conclusiones de las que tanto se presume.
Los laboratorios, la Industria Farmacéutica en suma,
consideran la MI como un nicho de mercado y no como la respuesta a la necesidad de un enfoque
holístico. Muchos médicos que buscan información y acreditación en estas
formaciones, los webinars, terminan por confundir ambos puntos de vista,
imponiéndose una concepción en la que la MI sería “el uso de productos que no son elaborados por los laboratorios de la Farmacología corriente”.
Por otra parte, leí un excelente artículo de 1955, muy recomendable
Gustavo Bueno Martínez
Faustino Cordón Bonet
del gran filósofo asturiano-riojano Gustavo Bueno Martínez
(Santo Domingo de la Calzada,1924-2016) en el que realza la figura del sabio
español Faustino Cordón Bonet (Madrid,1909-1999). Cordón fue un biólogo y
farmacéutico, investigador en Biología, jefe del Laboratorio de Bioquímica del
Instituto Ibys pero postergado por el régimen durante el franquismo, el cual lo
tuvo preso después de la Guerra Civil Española y le impidió acceder a cátedras
universitarias. Aunque el reconocimiento le haya llegado en el exterior donde
obtuvo doctorados y premios diversos, Cordón desarrolló casi toda su carrera
profesional en España y aportó un conocimiento encomiable especialmente en el
campo de la Nutrición y también produjo ideas de importancia para la
Antropología Médica. El que Gustavo Bueno se haya ocupado de esta figura en
1955, año del artículo, está relacionado con las interpretaciones que Faustino
Cordón hacía sobre las grandes funciones biológicas y su contribución a
elaborar teorías en Biología.
En una de sus conclusiones más brillantes, Faustino Cordón
entiende que la inmunidad no es exactamente una lucha entre dos ejércitos tal
como siempre se nos enseñó. Rehúsa de esos simplismos y pasa a explicar que la
respuesta inmune es una identificación del organismo de los mamíferos con el
antígeno supuestamente invasor. La posterior acción del organismo que termina
por desembarazarse de la noxa infectante es una consecuencia final pero no lo
más destacable de todo el evento biológico.
Es en un momento de incertidumbre como el actual, nunca
vivido antes, cuando se echa en falta la hermenéutica que sigue a la
investigación. El estudio de la causa final además del estudio de la causa
eficiente, según Aristóteles.
Ciertamente, lo que quieren transmitirnos los docentes y
ponentes de diversos temas médicos es hechos, relaciones de causa-efecto,
correlaciones entre dos hechos, constataciones, no opiniones. Que tengan fuerza
de conocimiento y no se refuten con argumentos. Que se tomen en serio, que no
se los pueda acusar de filosofar. Eso es buscar la causa eficiente. Nada de ojo
clínico ni recurrir a la experiencia. Y a eso se le califica como evidencia científica.
Y ni hablar de hacer interpretaciones. La hermenéutica,
prohibida, que eso es de otras ciencias, las Ciencias Sociales. Eso sería la
búsqueda de una causa final, un sentido finalista para lo biológico. Aquello de
Principio Director o Unificador del que hablan los naturistas, los homeópatas,
los higienistas.
Intentan esos docentes no contaminarse con ese campo de
la especulación. Y este campo, que no es el de los meros hechos, es
fértil cuando a la experimentación misma se le añaden interpretaciones
razonables y no dogmáticas. Justamente aquello en lo cual la Medicina
Integrativa siempre fue un baluarte.
Los resultados hasta ahora van siendo que todos acatan
estas directivas comerciales cuyo objetivo, como siempre es la captación del
médico ortodoxo para la causa de la prescripción. En suma, una finalidad
comercial.
Y quizá por eso la Medicina Integrativa también se va convirtiendo en un terreno de prescriptores de productos. Y sus médicos son esos prescriptores que
aprendieron durante la formación, que los productos son fiables, que se pueden
usar con confianza y que se pueden compatibilizar con el tratamiento ortodoxo.
Lo mejor de todo: Que nadie pueda reprocharles haber
abandonado el paradigma imperante. En el que donde no hay negocio no hay progreso.